A veces las réplicas son mejores

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La tecnología ha avanzado tanto que cosas que antes nos parecían casi imposibles se han hecho realidad, y no hay prácticamente ningún campo en que esto no sea cierto.

El uso de las nuevas tecnologías se ha adueñado de casi toda nuestra existencia, y no podemos salir de casa sin nuestro móvil último modelo o sin nuestra tablet con Internet.

Pero la tecnología también ha llegado hasta los mercados más caros, donde un cuadro puede costarte un ojo de la cara con tan solo mirarlo. ¿En qué sentido ha llegado hasta allí la tecnología? No es solo en utilizar un ordenador para seguir las pujas en las subastas sino en hacer copias de cosas originales que son tan exactas que los precios de esos lujos podrían incluso caer.

En este caso nos referimos a copiar diamantes. Hoy en día a ojos de un buen joyero sería casi imposible pasarle como buena una simple copia, pero la tecnología ha avanzado tanto que ya no es tan difícil hacer una copia casi exacta de este material precioso. Tan exacta que muchos se preguntan si no sería mejor comprar estas copias que saldrían más baratas y usar el dinero que sobre para otros menesteres.

Quizá esta sería una buena solución para evitar seguir trayendo los conocidos como diamantes de sangre.